En el Evangelio de ayer Jesús nos habla del matrimonio y el divorcio, Jesús se pone en contra de la ley afirmando que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre y también afirma la igualdad entre el hombre y la mujer, cosa que ni se planteaba en su época.
Dios hizo el matrimonio para que los hombres encontraran la felicidad en este mundo, pero la triste realidad es que muchos, por no decir demasiados matrimonios no sólo no encuentran la felicidad en él, sino la desesperación, la amargura y el fracaso. ¡Cuántos divorcios, infidelidades, quiebras por ahí, cuánta infelicidad!
En nuestro mundo encontramos especiales dificultades para una fidelidad duradera, tentados como estamos por una sociedad de consumo que gasta y tira y cambia y busca nuevas sensaciones para satisfacer nuestros sentidos. Vamos perdiendo la capacidad de un amor total, de una entrega estable, hecha muchas veces de sacrificio.
Las palabras de Jesús no las tenemos que entender como una imposición, sino como una invitación al amor, a amarse y a estar juntos toda la vida.
Una gran parte de los hombres y mujeres se casan por amor, pero luego viven el matrimonio con egoísmo. A las órdenes de ese monstruo que ataca directamente a la felicidad del hombre.
Hay amor y por eso hay soluciones. Pero luego en el matrimonio, muchas veces dan la impresión de que ya no son capaces de perdonar, aceptarse y de seguir adelante a pesar de todas las dificultades del mundo.
Se aburren, se cansan, se hartan y se creen muy justificados echándose la culpa el uno y el otro.
Por eso Jesús nos invita a apostar a ese amor y como es una apuesta, hay que saber perder algo para ganar mucho.
- Saber escuchar. No es la primera vez que surgen tensiones entre dos personas porque uno no escucha. Es más, tampoco es la primera vez que un matrimonio se va deteriorando cuando uno quiere contar un problema al otro y la otra pareja no le puede dedicar tiempo porque está ocupada en sus cosas.
- Transparencia en el diálogo que es algo que se consigue día a día.
- Detalles de cada día. La vida está hecha de detalles y estos son los que alegran cada momento. Detalles como preguntar qué tal el día, como preguntar si te hecho una mano, un beso, una caricia, una sonrisa…….
- Saber estar por encima de los sentimientos, como dijimos apostar implica perder algo.
Y así como nos invita a apostar al amor, nos invita a cultivarlo, a estrenarlo, porque el amor que no se cultiva, que no se estrena cada día, tiende a desaparecer. Así como pagamos cuentas de luz para que no nos la corten, de teléfonos para poder comunicarnos, de gas para poder prender las estufas ¿Cuánto pagamos para recargar nuestros matrimonios?.............
Y cuando ahorramos para vacaciones ó invertimos para cambiar el auto ¿Qué inversión hacemos para aumentar el capital de felicidad dentro de nuestro hogar?
Podemos hacer una comparación no muy linda pero si muy gráfica, el amor con el dinero: “Cuánto más dinero pones a producir en el banco, más intereses ganas”
¡Y cuánto más inviertes en detalles, delicadezas, comprensión y en todo lo que se llama amor verdadero, más intereses de felicidad vas a ganar para los dos, para el matrimonio!
¡Pero si de tu cuenta de ahorros sacas más de lo que inviertes, un día te quedarás en cero! Con una mano en el corazón ¿cuánto invertimos ayer en la cuenta del amor?
El matrimonio, como dijimos se estrena, pero cada día. El amor de hoy debe tener la frescura, la fuerza, la delicadeza del primer día. El matrimonio debe tener la fuerza del primer amor.
El amor que se estrena es maravilloso, es el primer amor.
El matrimonio, como dijimos se estrena, pero cada día. El amor de hoy debe tener la frescura, la fuerza, la delicadeza del primer día. El matrimonio debe tener la fuerza del primer amor.
El amor que se estrena es maravilloso, es el primer amor.
Podemos cerrar diciendo que si aceptamos la invitación de Jesús y queremos apostar y estrenar el amor en nuestro matrimonio cada día, lo vamos a convertir en un día MARAVILLOSO
Y pidamos a la Santísima Virgen María y a su fiel esposo San José, la fuerza para imitar su Santo Matrimonio.
Lunes 01 de octubre
La escena del Evangelio de ayer domingo muestra a un hombre que expulsaba demonios. Los amigos de Jesús lo ven realizar esos milagros y se lo querían impedir, porque no formaba parte del grupo de los discípulos de Jesús. No era como muchas veces decimos nosotros “de los nuestros”
Jesús simplemente les dice que no lo detengan, que lo dejen actuar, que el que haga algo a favor de ÉL y de sus discípulos recibirá recompensa en el cielo.
¿Qué vio Jesús, en aquella persona, que nadie sabía su nombre, ni de donde venía, que no pudieron ver los Apóstoles?
Jesús vio una persona sencilla, común y corriente que realizó actos buenos. Un hombre convencido de difundir a Cristo y es con esta clase de personas que debemos compararnos cada uno de los que nos llamamos cristianos.
Nosotros somos una pieza clave en la Iglesia, más ahora en estos tiempos que ser católico es luchar contra la corriente, si lo queremos hacer con autenticidad.
Y justamente el nombre que se le ha dado a nuestra Iglesia es “católica” es decir “universal” el Evangelio de ayer es el reflejo de esto.
Somos católicos en la medida que no nos encerramos en nuestros grupos, no tomamos la actitud de los apóstoles ante el desconocido.
Somos católicos cuando somos capaces de ver que Dios esta en los corazones de los seres humanos, sean quienes sean y vengan de donde vengan.
El no abrir nuestro corazón nos aleja de Dios y Jesús en este pasaje también nos dice, que los que se alejen de ÉL, recibirán un castigo.
Lo que nos quiere hacer ver Jesús, es lo grave que es fallarle a Dios. Jesús les dice palabras muy fuertes: “Que más vale se corten su mano, su pie, su ojo, si ellas los llevan a pecar, que entrar con ellas al infierno”
Obviamente Jesús no nos va a pedir que nos hagamos daño, que nos mutilemos. Lo que trata de decirnos es que en el cielo nos espera una dicha tan grande, que todo lo que nos pueda impedir alcanzarlo, nos conviene “cortarlo” de nuestra vida. Aunque eso nos guste mucho, muchas veces nos hace pecar de algún modo.
Y como siempre, en su sabiduría Jesús usó símbolos muy significativos para que podamos entender: la mano, el pie y el ojo.
¿Por qué?..........
La mano representa la tendencia a apropiarse de lo ajeno, a golpear.
El ojo representa la ambición, porque siempre puede abarcar más de lo que la mano puede retener.
Y el pie, es el andar de cada uno de nosotros, representa el comportamientote los cristianos, que podemos fácilmente caminar por la vías contrarias a la voluntad de Dios.
Bueno queridos hermanos, este hermoso Evangelio de ayer nos invita, a abrirnos a quien sea, a vivir atentos, con la mirada alerta para descubrir el bien que pueden hacer las personas a nuestro alrededor.
Que nuestra mano la usemos para acariciar, el ojo para ver el rostro de Cristo en cada persona que nos crucemos y el pie nada menos que para seguirlo.
Lunes 27 de agosto
En el Evangelio de ayer domingo, San juan nos cuenta la última parte del capítulo sobre el “Pan del Cielo” ese pan que como vinimos viendo es Cristo mismo que alimenta el hambre espiritual de la humanidad y nos da la Vida Eterna.
Hoy para nuestro diccionario católico vamos a tomar una palabra, basándonos en la reacción que tuvo la gente que había acudido a escuchar a Jesús, quienes tuvieron que “decidir” si se quedaban ó se iban.
La mayoría de nosotros, ya adultos, tenemos que tomar decisiones todo el tiempo, decisiones sobre carreras, sobre hijos, trabajos, lugares donde vivir………..decisiones que nos marcan y definen nuestra propia identidad personal y familiar. Toda decisión, acarrea consecuencias en nuestra vida, para bien ó para mal, de ahí la importancia de “DECIDIR” bien, de pensar mucho las cosas antes e incluso buscar la opinión de gente que tiene experiencia y sabiduría y que nos puede aconsejar bien.
Y decidir bien es justamente ¡DECIDIR POR CRISTO! Decidir seguir su camino, decidir por su amor, decidir por el Pan de Vida Eterna.
Y volviendo un poquito al Evangelio de ayer, cuando algunos deciden irse, Jesús les preguntó a los que quedaron: ¿Y ustedes también me quieren abandonar? Y Simón Pedro le responde: ¿A quién vamos a acudir? “Solo Tú tienes palabras de vida eterna”
Esto seguramente sonó como una música celestial para los oídos de Jesús. Por fin sus amigos íntimos le habían comprendido. No estaba solo. Pedro había ¡decidido! Seguirlo. Había decidido por la fidelidad, decidió serle fiel a Dios.
Este seguimiento, esta fidelidad le trajo muchas dificultades e incomprensiones de muchos a Pedro, pero en el “Decidir” seguir a Cristo, uno debe tener muy claro el concepto de Identidad, lo que uno es y lo que quiere ser, iluminando la vida con las enseñanzas de Jesús.
Pensemos que la jornada es larga, el camino a veces cansa, las fuerzas desfallecen, pero…………….
Jesús siempre se nos ofrece como alimento para caminar¸ en solidaridad hasta la vida eterna.
Esta mucho en nosotros ¡DECIDIR!
Lunes 20 de agosto
En el Evangelio de ayer domingo San Juan nos sigue hablando de Cristo como el Pan Vivo, el pan que da vida eterna, y como dijimos el lunes pasado el lugar indicado para alimentarnos de ese pan de vida, es en la misa, en la “Eucaristía”
¿Porqué? Porque Cristo mismo desde la Eucaristía nos atrae, nos invita. Por eso nuestra adoración a Jesús en la Eucaristía debe ser auténtica, debe llevarnos al deseo de la fusión con El, a buscar una unión plena con Cristo, que solo pueda producirse en la “Comunión” y así podremos asociarnos a Cristo con todo lo que somos y pasar con El de la muerte a la vida.
Como cristianos no basta adorarlo en el sagrario y experimentar su presencia espiritual en nuestros corazones, porque a El, a Cristo no le basta transmitir desde allí solo una fuerza espiritual. Cristo es el alimento que espera ser comido:
“En la Eucaristía Jesús lo da todo, Dios desea estar completamente unido a nosotros para que todo su ser y el nuestro puedan fundirse en un amor eterno. Toda la larga historia de la relación de Dios con los seres humanos es una historia de comunión cada vez más profunda. No es simplemente una historia de uniones, separaciones y rencuentros, sino una historia en la que Dios busca modos siempre nuevos para unirse en íntima comunión con nosotros, con quienes hemos sido creados a su imagen y semejanza”
Él es Dios, El no necesita estar presente en la Eucaristía. Si está allí es justamente para ser alimento del corazón humano, porque desea ser comido y hacerse presente en nuestras vidas, allí donde puede amar y ser amado.
Y como dijimos el lunes pasado cuando el sacerdote eleva la hostia como ofrenda eleva la vida de la gente, esa vida se llena de la presencia de Cristo que la ilumina y la hace fecunda y de ese modo, acogiendo la presencia de Cristo y elevándonos con El como instrumentos de su amor, cada uno de nosotros se convierte en un canal del poder eucarístico para que el Evangelio y la vida de la gracia se derramen en todos los lugares que estemos con poder y alegría.
Y podemos decir entonces, que nuestro corazón solo se ha abierto verdaderamente a la acción de Jesús en la Eucaristía, cuando de ese corazón brote el impulso de servicio fraterno y el deseo de crecer en la unidad.
Lunes 06 de Agosto
Para nuestro diccionario católico de hoy, podemos hacer una prolongación del milagro de la multiplicación de panes y peces.
El alimento es uno de los símbolos centrales de la Biblia. Para la gente corriente el alimento y el vestido han sido siempre dos de las principales preocupaciones. Porque es obvio que tenemos un cuerpo al que debemos alimentar diariamente para estar sanos y fuertes. Pero el ser humano, es mucho más que un cuerpo, es espíritu, es alma, por eso podemos decir que el pan que aparece en el Evangelio de ayer domingo es otro pan, con otro aroma, que no es justamente para satisfacer los estómagos vacíos, sino los corazones hambrientos.
Nuestro pedido diario, no debería ser: “Señor, tengo hambre” sino: “Señor, ayúdame porque tengo hambre de Ti”. Tenemos muchas veces el corazón tan lleno de ruidos, de placeres, de que todo vale para pasarla bien, que no tenemos lugar, ni hambre para buscar a Dios. Hambre de plenitud, hambre de eternidad, hambre de santidad y sobre todo hambre de fe en Jesucristo como el Hijo de Dios entre los hombres.
El mejor alimento para nuestro alma, debe ser proponernos vivir bien todos los días de nuestra vida, vivir siempre en la presencia de Dios con amor y por amor. Muchas veces creemos que alguien es más espiritual que otro, cuando piensa solo en Dios y no se distrae con pensamientos sobre las demás personas y es un gran error, podemos citar lo que nos dice el apóstol en:
1 Jn 4, 20 “¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Y San Pablo en su carta a los Filipenses 1, 4 “Ruego siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos ustedes”
Esto quiere decir, que nuestra espiritualidad tiene que incorporar a los demás, especialmente a los más necesitados.
Alimentémonos de ese pan tan sabroso que nos regala Jesús. Entremos en presencia de Dios y tratemos de recordar los rostros de los hermanos que queremos y los que no queremos también. Mirémoslos con amor y tratemos de reconocer en cada rostro sus sufrimientos, sus cansancios, sus heridas, sus dificultades y también sus alegrías, sus capacidades, sus buenos sentimientos. Pidamos a Jesús por las necesidades de cada uno de ellos y demos gracias por las cosas buenas.
Y ofrezcámonos a Dios como instrumento para llegar a cada uno de ellos y así no somos nosotros, sino será Dios mismo quien pueda manifestarse a los demás.
Queridos hermanos, no nos podemos perder este alimento, esta delicia que nos regala Jesús.
Lunes 16 de julio
Hoy en nuestro diccionario católico, vamos a tomar dos palabras de la homilía, que nos dio nuestro señor obispo monseñor Oscar, en la misa del domingo 08 de julio, en la celebración de la patrona de nuestra ciudad Santa Florentina y en donde como todos sabemos también, nombró al nuevo párroco de la catedral a monseñor Ariel Pérez.
Monseñor Sarlinga, habló de la “participación”, del laicado en la Iglesia.
Y acá podemos seguir ampliando, lo que venimos hablando los dos lunes anteriores, de la Doctrina Social de la Iglesia, que es quién estimula la participación de los laicos, en la Iglesia y en todos los ámbitos de nuestra vida.
Indudablemente, la participación, es uno de los rasgos característicos, de la humanidad actual.
Existe hoy, una rápida multiplicación de grupos y asociaciones, de los más diversos tipos y en todos, el hombre manifiesta una creciente necesidad de participación, y no solo en lo que refiere a la vida familiar y escolar, sino también cultural, económica, social y política.
El hombre siente que, no solo tiene el derecho, sino también el deber de intervenir en las decisiones que le conciernen y que al hacerlo crece y se plenifica.
Por eso, como dijimos al comienzo, la Doctrina Social de la Iglesia, estimula a la participación de los laicos en la Iglesia y en especial a la participación política.
“La fe cristiana, no desprecia la actividad política, por el contrario, la valoriza”
La política es el ámbito privilegiado para luchar por la integridad moral, en la vida social y económica de un pueblo, para fortalecer la justa distribución y el trabajo digno para todos, con especial atención a los que se ven amenazados por la indigencia, la marginación ó la miseria.
Bueno, queridos hermanos, escuchemos el pedido de nuestro señor obispo, el pedido del mismo Cristo y “participemos”.
Y en la misma homilía monseñor Oscar, habló de “las llagas de Cristo”, las cinco marcas que le dejaron los clavos, en sus manos, pies y costado derecho, al ser en su Pasión crucificado en la cruz.
Cuando hablamos de las llagas de Cristo, hablamos de un Cristo Resucitado, un Cristo Vivo, y decimos que son signo de su identidad: El que había sido crucificado, es el mismo que había resucitado. Al mismo tiempo, el cuerpo de Cristo Resucitado es diferente. Es un Cuerpo glorioso, que no está sujeto a la muerte, pero conserva las llagas.
En el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han quedado canceladas sus llagas. Las marcas representan un signo de lo que sufrió Jesús durante la pasión.
Este fenómeno, muestra la eficacia de nuestra salvación, por medio de Cristo en la cruz y se convierte en un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe. Acá podemos aclarar, la palabra redentora, viene de redimir, que significa: rescatar algo ó sacar de la esclavitud.
Jesús mismo afirmó que El, había venido a dar su vida, para redimir, es decir, rescatar a muchas personas.
Y volviendo a las llagas, así como Cristo aceptó el desafío de Tomás, el discípulo que necesitaba ver para creer y El mismo le dijo ¡Aquí están mis llagas…., aquí está la herida de mi costado! ¡Trae acá tu dedo trae acá tu mano….! Para que creyese.
Así también hoy, Cristo nos pide tocar sus llagas. No para confirmar nuestra fe en El, sino para confirmar nuestro amor a El. Cristo no solo nos dice: “Si crees en mí, toca mis llagas” sino que hoy parece decirnos: “Si me amas, toca mis llagas”
El cuerpo Místico de Cristo, sigue mostrando múltiples llagas: las llagas de las manos hambrientas y necesitadas de caridad y de justicia. Las llagas de los pies desorientados, que no tienen a donde ir. Las llagas de los corazones sedientos de amor y comprensión. Las llagas de las manos “llenas” de cosas pero vacías de buenas obras. Las llagas de los pies que corren “libres” pero están encadenados por algún vicio. Las llagas de los corazones “alegres” por el desenfreno pero amargados por la oscuridad y el egoísmo.
Ojalá también nosotros, los cristianos aprendamos a abrazar la cruz, amando las llagas y siguiendo las huellas de nuestro Cristo Crucificado.
Lunes 09 de julio
Hoy vamos a ampliar un poquito el tema que vimos el lunes pasado, hablamos de la Doctrina Social de la Iglesia, porque nos tiene que quedar claro, que el problema social, como dijimos que era la miseria, la ignorancia, la explotación de trabajadores…….es también un problema religioso, y como cristianos no podemos ignorarlos.
Podemos decir que, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia encuentran su fundamento en tres pilares: el Bien común, la subsidiariedad y la solidaridad.
Bien, hablemos un poquito a que se refiere cada uno:
Bien común: dentro de lo que hablamos el lunes pasado dijimos que todos debemos ser “iguales”, que no debemos discriminar razas, ni condiciones sociales, lenguas, religiones, nada.
Y hoy agregamos, que el crecimiento moral y material de las personas debe ser también en conjunto, es decir, para todos, no solo para algunos, es aquí justamente cuando decimos que esta lucha es por el bien común.
Los bienes tanto materiales como espirituales, los podemos considerar auténticamente como bien común, cuando todos los miembros de la comunidad tienen la posibilidad de acceder a ellos, es decir, cuando es totalmente gozado por todos.
La lucha por el bien común, es una obligación de todos los ciudadanos y muy especialmente de los cristianos.
Subsidiariedad: esta palabra deriva probablemente de la terminología legal, así se dice, que alguien tiene la responsabilidad “subsidiaria” cuando debe cumplir algo, porque el que debía hacerlo no lo hizo.
Esto se trata de un principio tradicional de la Iglesia, que se refiere a cuando el estado puede ó debe intervenir en actividades sociales y cuando no debe hacerlo.
La subsidiariedad, se funda en que la persona debe conseguir su sustento, con libertad responsable, sino lo logra, es ahí cuando el estado no solo que puede sino que debe hacerlo.
Sin olvidarnos que la misión propia que Cristo confió a su Iglesia, no es de orden político, ni económico, ni social, es de orden religioso, nada es ajeno a Dios y los cristianos pertenecemos a las dos sociedades: la Iglesia y la sociedad civil.
Así que, todas las instituciones ó grupos de personas, con deseos de proteger ó perfeccionar algún aspecto del hombre, de los muchos aspectos que comprende el bien común: espiritual, religioso, laboral, físico……como pueden ser las sociedades vecinales, los clubes, los colegios, las cooperadoras están ligadas al principio de subsidiariedad.
Y por último para hablar de solidaridad vamos a citar lo que dijo en su momento el cardenal Joseph Ratzinger, hoy su Santidad Benedicto XVI en la conferencia sobre “Eucaristía, comunión y solidaridad” en septiembre de 2002:
“Solidaridad significa (….) sentirse responsables unos de otros, los sanos de los enfermos, los ricos de los pobres, los del norte de los del sur, consientes de la responsabilidad mutua y, por lo tanto de que cuando damos, recibimos, y de que siempre podemos sólo lo que a nosotros mismos nos ha sido dado y que, por tanto, nunca nos pertenece sólo a nosotros”
Y cerramos con algo muy lindo que dijo Juan Pablo II, en su “Discurso al cuerpo diplomático ante la Santa Sede” en enero del año 2000:
¡Nunca más unos separados de otros! ¡Todos juntos solidarios, bajo la mirada de Dios!
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Lunes 02 de julio
Siguiendo con el tema del lunes pasado, que hablamos de los profetas, hombres buenos elegidos por Dios, para anunciar su palabra y luchar contra las injusticias y la opresión del pueblo y dijimos que nosotros como cristianos tenemos esa misión que nos dejó Jesús, luchar hoy día por la justicia y a paz.
Podemos decir que en los últimos cien años, una expresión concreta de esa lucha es la “Doctrina Social de la Iglesia”
Y aquí viene nuestro diccionario católico de hoy:
Doctrina: es un conjunto de enseñanzas
Social: es lo que se refiere a las relaciones que se dan entre los seres humanos, como familia, educación, trabajo, economía, política, etc……
Iglesia: más específicamente el Magisterio de la iglesia, que es el poder de enseñar, que el mismo Jesucristo le confió a los apóstoles y a sus sucesores: el Papa y los obispos.
Podemos decir que, la Iglesia trata, en cada lugar y en cada momento de la historia, de iluminar la realidad que se vive con la luz del mensaje evangélico. Ante los problemas sociales, como son la miseria, la ignorancia, la explotación de trabajadores violación de derechos humanos, violencia, guerra……..
La Iglesia busca señalar los medios más eficaces para solucionarlos.
La Iglesia no se limita a hacer un estudio de la realidad. Prepara la acción que pueda cambiar esa realidad, dando orientaciones y señalando caminos.
Porque el ser humano, por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, tiene la “dignidad” de persona, es decir el respeto que se merece, porque no es solamente algo, sino alguien.
Cuando hablamos de la dignidad humana nos referimos al valor que cada ser humano tiene.
Y acá para seguir con el tema, si vamos a tomar una palabra de la 2° lectura de la liturgia de ayer domingo en la que el apóstol San Pablo en su segunda carta a los cristianos de Corinto les habla de la igualdad, que “reine la igualdad”
La dignidad, como dijimos que era el respeto, el valor que tiene cada persona, constituye el fundamento de la igualdad.
Todos los hombres son iguales, porque están todos dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, por lo tanto tienen:
- la misma naturaleza
- el mismo origen
- la misma vocación
- idéntico destino
Pero, obviamente, en la práctica, no todos los hombres son iguales, existen diferencias:
- físicas: sexo, salud, fuerza, color de piel ó el cabello……
Lunes 18 de junio de 2012: “Reino de Dios”
Ayer
domingo 17 el Evangelio de San Marcos nos habló del “Reino de Dios”, así que hoy en nuestro diccionario católico, vamos
a ver de qué clase de reino estamos hablando.
“Dios es Rey” este es uno de los temas que aparecen
constantemente en el Antiguo Testamento y en cierto modo era así. Pero, podemos
decir que era una verdad parcial, porque, a partir del pecado de Adán y
Eva, era obvio que Dios tendría que
actuar de manera decisiva en la historia de nuestra salvación, para restaurar
todo lo que había destruido el pecado del hombre y todo el desorden que el mal
había creado en el mundo. Dios prometió que así lo haría y así fue, solo hubo
que esperar.
Y es
justamente, cuando Jesús comienza su predicación en Galilea que dice, “que
ha llegado el tiempo oportuno y el Reino de Dios está cerca”
Dios había
enviado a Jesús para establecer ese reinado, para poner fin, como dijimos a ese
desorden que había en el mundo y proporcionar un nuevo comienzo, una nueva era.
El Señor de
la historia, actuaba como había prometido y ese poder, ese señorío de Dios es
justamente lo que el “Reino” significa,
por eso no existe un lugar geográfico en el que esté ubicado el Reino de Dios.
La
presencia del Reino de Dios, se hizo patente en los milagros de Jesús, en su
intervención majestuosa, cuando expulsaba demonios, cuando curaba enfermedades
tanto físicas como espirituales.
La vida y
las enseñanzas de Jesús, muestran que el Reino de Dios ha llegado ya, y que
es justamente una forma de vida, una
vida nueva que Jesús nos invita a construir y a vivir.
Sin
olvidarnos que, para construir el Reino de Dios, no nos debe faltar el amor,
porque el Reino de Dios se construye, justamente en nuestro corazón.
Y podemos
cerrar este diccionario de hoy citando el artículo 541 del Catecismo de la Iglesia Católica que nos dice,
que Jesús invita a todos los hombres a entrar en el Reino de Dios, aún el peor
de los pecadores es llamado a convertirse y aceptar la infinita misericordia
del Padre y que el reino pertenece, ya aquí en la tierra, a quienes lo reciben
con corazón humilde.
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Lunes 11 de Junio
Seguimos con fiestas importantes de nuestra Iglesia, ayer domingo 10 de junio se celebró “Corpus Christi”
Corpus Christi: en latín, "Cuerpo de Cristo" o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada Corpus Domini :que significa "Cuerpo del Señor", es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la presencia real y viva de Jesucristo en la Eucaristía.
¿Qué quiere decir esto de presencia real y viva de Jesús? Que durante la misa las hostias llegan al altar como pan y vino, como alimento, y allí se transforman en cuerpo y sangre de Cristo. Es Jesús mismo quien se vale del sacerdote para convertir los signos de pan y vino en su cuerpo y sangre, para nada menos que para alimentarnos de El, por eso es tan importante la Eucaristía, porque cada vez que comulgamos, recibimos a Cristo.
Este es el gran misterio de nuestra fe, que solo puede entenderse desde el corazón y verlo con ojos de fe: Cristo Vivo, Real viene a nosotros.
De esta manera estamos unidos a Cristo y como decía San Agustín: “Si comulgan bien, ustedes son eso mismo que han comido”
Podemos ampliar que, la principal finalidad de esta celebración es proclamar y aumentar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a cabo el jueves después de la solemnidad de la Santísima Trinidad, que si recuerdan fue el domingo anterior 03 de junio, y como todas estas celebraciones tienen su centro en la Pascua, Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, Corpus Christi sería jueves pero, en aquellos lugares en que no es festivo, se traslada al domingo siguiente.
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Lunes 3 de junio de 2012
Ayer domingo 03 de junio la Iglesia celebró la fiesta del Misterio de la Santísima Trinidad
Por eso hoy en nuestro diccionario católico vamos a tomar las dos palabritas juntas
Santísima Trinidad: este término no se emplea en la Biblia. Es un término que podríamos decir, resume los enunciados acerca de Dios que se formularon en su momento en los credos de la Iglesia primitiva, es decir la primera Iglesia y que explica lo que quiere decir que Dios es Padre, que es Hijo y que es Espíritu Santo.
Esto es lo que enseña Jesús y todo el Nuevo Testamento. Y desde los tiempos más remotos se ha venido afirmando así en el bautismo cristiano, es decir somos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Según las enseñanzas del judaísmo, no hay más que un solo Dios. Nada ni nadie puede poner en peligro esa fe.
Ahora bien, los escritores del Nuevo Testamento muestran claramente a Dios como el Padre que lo creó todo y que continúa actuando con su poder y su amor en nuestra historia, lo muestra a Dios como el Hijo, como el Mesías, el enviado que vino a este mundo a salvarnos y a Dios como el Espíritu Santo quien actúa en toda la historia de la obra divina, desde la creación, en el pueblo de Dios y en nuestras vidas.
Este es el gran misterio de la Santísima Trinidad: tres personas distintas y un solo Dios verdadero.
En catequesis a los nenes les damos el ejemplo del agua, para que lo puedan comprender mejor: el agua es agua, cuando la ponemos en el congelador se hace hielo, pero sigue siendo agua, y cuando la hervimos se hace vapor pero siempre sigue siendo agua, son tres estados distintos, pero el elemento es siempre el mismo.
En el caso de Dios es siempre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
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Lunes 28 de mayo
Ayer
domingo 27 la Iglesia
celebró una fiesta importantísima: “PENTECOSTÉS”
Pentecostés: es una palabra de origen griego y significa
“cincuenta”. Dentro del calendario judío indicaba la fiesta que se celebraba 50
días después de la Pascua ,
que conmemoraba a liberación del Pueblo de Dios, de la opresión de los
egipcios.
Recordemos
un poquito que Pascua significa “paso”, en el caso del pueblo de Israel el paso
de la esclavitud a la libertad y en nosotros los cristianos con la Resurrección de
Cristo es el paso de la muerte a la vida, de la oscuridad del pecado, a la luz.
Retomando
con la celebración de Pentecostés es justamente después de la Resurrección de
Cristo que cambia sustancialmente, identificándose con la venida del Espíritu
Santo, prometido por Jesús antes de irse al cielo y que llena los corazones de
los discípulos con una fuerza desconocida hasta ese momento, la fuerza del
Amor.
Como vemos,
el motivo de esta celebración no es un hecho menor, en Pentecostés volvemos a
tomar conciencia de la acción permanente del Espíritu Santo.
Es mismo
Espíritu de Dios que inundó el corazón d los Apóstoles no puede cambiar, es el
mismo Espíritu que animó a la
Iglesia lo lago de la historia y es el mismo que llena
nuestros corazones desde el bautismo………si obviamente se lo permitimos.
Porque acá
esta el punto, Pentecostés es la venida del Espíritu Santo sobre quienes lo
esperan, sin ponerle barreras. Podría decirse que de esto se trata la vida de
cristiano: “quitar las resistencias al Espíritu”
Y hablando
tanto del Espíritu Santo, este sábado pasado, vísperas de Pentecostés,105
chicos de las distintas comunidades,
recibieron el Sacramento de la Confirmación , en la Parroquia Catedral ,
porque justamente la confirmación es el llamado Sacramento del Espíritu, porque
se bien el Espíritu de Dios lo recibimos desde el bautismo, en a confirmación
nos llenamos de Espíritu Santo…….
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Lunes 21 de mayo
En la liturgia de este 7° domingo de Pascua, porque recordemos que todavía estamos en tiempo pascual, el evangelista Marcos nos habla de que Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ayer domingo 20 de Mayo la Iglesia celebró la “Ascensión de Jesús”
De esta celebración, vamos a tomar la primera palabra de nuestro diccionario católico:
Ascensión: durante 40 días de su Resurrección, Jesús hizo frecuentes visitas a sus discípulos y estando con Él, contemplándolo en el monte de los Olivos vieron como Cristo era “elevado a lo alto, elevado al cielo” eso es justamente lo que llamamos “ascensión”.
Es una expresión que procede de las primeras comunidades cristianas, para hacer referencia a la glorificación, es decir llevado a la gloria que, según la Biblia Jesús de Nazareth recibió tras su muerte de manos de Dios Padre.
Podemos enriquecer el tema diciendo que, aunque la ascensión fue el final del ministerio de Jesús en la tierra, no fue para nada el final de su labor.
Con el misterio de la ascensión del Señor, queremos no solo celebrar que Jesús está junto a Dios, su Padre en la gloria, sino exaltar la figura de Jesucristo como Señor del universo y horizonte único de la comunidad de creyentes, Jesús reina sobre todo el universo.
Pero, antes de subir al cielo, Jesús mismo les deja una misión a sus discípulos. “Vayan por el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación”
Y acá tenemos la segunda y hermosa palabra del diccionario de hoy:
Buena Noticia: la palabra Evangelio, significa justamente Buena Noticia. Los evangelios, que como sabemos son 4: Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos cuentan la vida de Jesús, centro de nuestra fe como cristianos, así que para decirlo más sencillamente, podemos afirmar que, Jesús es Él mismo la Buena Noticia.
Él murió por nuestros pecados, fue sepultado y al tercer día resucitó. Esta es la Buena Noticia que Jesús les dice a los discípulos que vayan y anuncien a toda la creación y esta es la misión que la Iglesia, como continuación de los apóstoles, tiene que cumplir en el mundo entero anunciar a Cristo
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PENTECOSTÉS
En el AT es la fiesta de acción de gracias a Dios por las cosechas. Más concretamente era la fiesta agrícola relacionada con las ofrendas de los nuevos panes que señalaba el fin de la siega. Se celebraba el 50º día después de la Pascua. De ahí su nombre, que quiere decir 50º, en griego. Más tarde, Pentecostés pasó a ser también FIESTA de la ALIANZA. En el NT es la celebración de la primera gran COSECHA de convertidos y de la venida del ESPÍRITU SANTO a la comunidad de la nueva ALIANZA. Ver PRIMICIAS.
MISERICORDIA
Origen del perdón y fruto del amor. Dios es misericordia. Jesús pregona y practica la misericordia. Va unida a la caridad.
PASCUA
Inicialmente era una celebración característica de pastores;
después pasó a ser una gran fiesta de liberación de los HEBREOS, de su salida
de Egipto. Más tarde se le incorporó una antigua fiesta agrícola de los panes
sin FERMENTO (ázimos). También se daba el nombre de pascua al CORDERO que, en
esa ocasión, se sacrificaba y se comía. En el NT la Pascua es MEMORIAL de
salvación de los hombres realizado por Jesús con su vida, muerte y resurrección.
Es la celebración del nuevo ÉXODO - la salida hacia una vida NUEVA y de camino
hacia el Padre.
RESURRECCIÓN
No simplemente volver a la vida. Es recibir de Dios una vida NUEVA
y plena, que solamente Él puede dar. La resurrección de Cristo no debe ser
confundida con el revivir de su cuerpo mortal, como lo demuestra el hecho de
que, en un primer instante, no es reconocido por las personas a quienes se
aparece (Lc. 24, 31; Lc. 24, 37; Jn. 20, 15; Jn. 21, 4). Una nueva
materialización de su cuerpo impediría, por ejemplo, traspasar las paredes
donde se encontraban los discípulos (Jn. 20, 19 y Jn. 20, 26), aunque tenemos
la paradoja de que puede ser tocado (Jn. 20, 17 y Jn. 20, 27). Estamos ante una
reminiscencia de la Transfiguración, una especie de espiritualización del
cuerpo mortal de Cristo. La resurrección que Él nos promete a todos los hombres
tampoco ha de ser entendida como una reencarnación material en nuestro cuerpo
actual, sino la vivificación del espíritu en compañía, o alejamiento, según el
caso, de Dios = gloria
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